Me gusta ver despacio cómo se deshace el tiempo.
Sentir cómo se mecen sin gobierno,
liberadas, las horas tontas
vacías de urgencia.
Me gustan, no lo niego,
las esperas rotundas
de la radio fatal.
Cuando el 'hablar
por hablar' se diluye,
lento,
hasta fundirse en placentero abrazo
con los átomos del sueño reparador.
Oigo la radio cercana
mientras le opongo resistencia fácil.
Al fin, todo se vuelve
capa invisible tejida con hilos de colores.
Luego me confundo en un gris de ensueño.
Y solo me aguarda al alba
la impertinente lucidez
del despertar,
seguro.
Paréceme, hermana, que lo de "hablar por hablar" que también mece mis sueños e insomnios, no es una programa tan desquiciado, por carente de soluciones a problemas sin fin, ya que se convierte más bien en un "escuchar por escuchar". Nubes incoloras de infértiles horas, a no ser sembradas de desdichas y tenues esperanzas, como semillas de transgénica vida siempre futura... Esa cuarta vela, la ESPERANZA, que nunca deja de arder a nuestro lado, insomne impenitente y soñadora sin fin de pesadillas que se antojan imposibles... Mas... si son capaces de ser soñadas es que en algún remoto rincón del Universo nos han sido personalmente reservadas. De ahí nuestros infatigables sueños eternos... José.
ResponderEliminarPili, escribo como buenamente puedo. Ya leí tu escrito. Me parece a mí que ibas para poeta. Inténtalo. Tú puedes.
ResponderEliminarBesos.
Escribes precioso¡¡ Y la sinfonia de los juguetes, me ha encantando.
ResponderEliminarUn abrazo, jka