lunes, 31 de enero de 2011
DESDE LA TORRE
Puedo guardarte un puesto de vigía
para comprobar
como desees si ya quedó libre
el vacío de tu ausencia.
Puedo nombrarte
artesano de filigranas
y solo confiarte, muy bajito,
que sean mi apremio.
Puedo ofrecerte si quieres
los cien haces de luz
mejor que sombra.
Y prenderlos, ardientes rojo y grana.
mientras tú solo velas los silencios
sin osar una queja.
Podré, si acaso dejas sitio
entre nostalgias,
reservarte un mullido
de descanso.
Podré precintarte solo
con urgencia desvahida
si te fuiste sin permiso.
Algo quiero poder.
¿Te lo figuras,
amor,
porque volviste?
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Ya dicen que la nostalgia y la tristedad son estados adecuados para la poesía. Y aunque lo siento por ti, cuando te pones nostálgica lo bordas.
ResponderEliminarUn beso.
Sirva, mi hermana, esta respuesta como comentario que pide ser ayudado a subir a tu glorioso AUTOCARE. Bueno, sí, yo ya sé que no soy el vigía de tus nostalgias ni de tus amores. Pero presumo de ser YO MISMO EL AMOR. Por eso me permito, sor, subirme a tu autocar un poco como notario de tus composiciones poéticas, cada día más depuradas y sin embargo sueltas como la nieve en caída libre.
ResponderEliminarTu hermano José
Muchas veces yo también me he preguntado por qué los muertos se van sin despedirse... Al menos podrían volver un poco de rondó, como leves apariciones oníricas a decirnos, estoy bien, estoy mal, perdona que me fui sin decirte adiós.