No es otro sendero luminoso
No es el cauce limpio tras el tsunami
No es cuatro puñales clavados en mi pecho
No es el alarde caritativo de tu ofrecimiento
No es el hábito que deshace monjes
No, siquiera, es la santa odiosa compaña
No es el ultimatum oneroso
No es sufrir lo insufrible
No es el remanso placentero de azules de playa
No, la vasta colina siempre verdeante
No es la siesta consumada, sin hora al punto
No, aquel vergel, naranjitas y limones.
Era que vivir del tiempo
Era mirar hasta el cielo
Era tenderse al ocaso
Era ganar la batalla
Era un deliquio amoroso
Era por valles y cuestas
Era la simple abundancia
Era cumplir con el orden
Era la línea marcada
Era el objeto de culto
Era la culpa olvidada
Era de buenos, por buenos
Era de macros, por macros
Era con solos de orquesta
Era para solo malos
Era un cumplido de alcoba
Era esperar de lo justo
Era mi alba vestimenta
cuando me gritaban: ¡¡Mamma!!
PiliMPilar. Generosamente, para tantas madres que me siguen.
PiliMPilar. Generosamente, para tantas madres que me siguen.