Los Mitos
Claro que sí, cualquier cosa puede ser encumbrada a la categoría de mito.
Los mitos, vistos como creación humana, existen.
Falta saber con rigor qué hemos de entender por mito. Si lo que resulta inalcanzable. Lo que solo los de mente privilegiada entienden. Lo razonablemente dispar . Lo que no se acomoda a ningún canon establecido.
La sorpresa surge en el mismo instante en que alguien me sugirió que la Luna, estimado satélite, dicen, es un mito.
Pero ved a vuestro alrededor los infinitos ejemplares, y no habrá dudas de encasillarlos como mitos, o por deformación mental, iconos, que esa es otra:
Las todopoderosas Banca e Iglesia. Los ilustrados. Los arrepentidos. La clase de gimnasia. El vuelo del moscardón. La Terra Mítica. La casa de Bernarda Alba.
El sufridor (y aguantado) Paquirrín. Los pobres de solemnidad. Las ricas del pueblo de al lado. Eva la buena, Adán el bueno. Los superhombres. Las Gretas Garbos.
Y de esta guisa, hasta cansarse.
Me sobrepasa tanto modelo y al fin, si no tengo claridad de juicio, me quedo con que los mitos bien pueden ser producto de imaginación, es decir cuentos puros.
Ahí otorgaré razón a joseblun. La luna, mito. Mi ensoñadora, mítica. ¡qué gozada para que nadie, nadie ose pisotearla!
Algo así me temía cuando salió a la luz el ‘Cántico’.
Quién hubiera tejido una historia de fábula viéndole los picos a la extravagante estrella, cuando los exhibe a todo lujo cada ciclo lunar, sin saltarse uno a la torera.
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