Relato, relato. Breve porque no da para más .
En vacaciones ocurre todo lo que no pasa en todo el año. Por ejemplo que agarras las maletas y te largas a otras tierras.
Que agarras un resfriado y te sube la fiebre.
Que te entran ganas de cocinar y se socarra el guiso.
Que se pone tonto el gmail y no hay forma de hacerse con él.
Que pasas de los 38 a los 14 grados sin previo aviso.
Y para qué seguir: Mi intención es mandar los archivos y no obedece mis órdenes no sé si el ordenador o la estupidez del Internet.
¡Per che, ma per che, dio mio!
Y luego está la soledad y ahí te las apañes. Tengo puestas mis esperanzas en la benefactora Telefónica punto com con puntos.
Ni las salamandras esas que se agarran a las paredes son comparables a mi estado de ánimo, digo desánimo, según lo cual bien haría subiéndome tapia arriba por hallar solución definitiva a este tropezón, causa del relato tercero, breve y lacónico.
Lo último que debe cundir es el pánico.
Dentro de nada a Londres.
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el patio de mi casa