Uno responde al nombre de End-esa, o sea el fin del mundo.
Y el otro se apellida como su padre, telefónicapuntocom.
A ambos rendiría pleitesía si no fuera porque han conseguido hacerme imposible la vida placentera que imaginaba disfrutar, allá por julio, cuando todo era sencillamente maraviglioso.
Pero es el caso bien distinto.
Mi paciencia se ha colocado al límite. Más aún al filo de lo imposible, igual que esos atrevidos que desafían montañas, riscos, peligros, árticos y antárticos al rebullón. Pero es que "esos" lo dan todo por la honra y la fama. Mi aguante es cosa distinta. Vale lo que vale en virtud de la factura que me mandan
"santatelefonica" y "santaendesa" te rogamus audinos, De manera que ésta última es la que me saca de quicio pues ya ni figuro en la lista o, si figuro, como si no porque la triste verdad es que no me pasan facturas desde abril. Y por lo tanto, como queda demostrado por la premisa, no valgo mientras permanezca desfacturada.
Segundo y lamentable capítulo es el que ha protagonizado mi pobre ordenador, víctima de la versatilidad de Internet. Cebo fácil de los desastres de la Informática.
Entre wifi, router, módem, otra vez el wifi, otra vez el router arriba y abajo, y otra vez ¡hala, a ajustar la conexion! ha sido todo tal que una pesadilla. Y no me da la gana de mentar a los informáticos, "que entienden que te cagas", pero que en tres viajes con el cacharro a cuestas he cosechado tres sonoros fracasos por su culpa, por su culpa por su grandísima culpa. Hasta que cambié de informático y ¡vaya! ya parece que hemos /he regresado a la normalidad. Pido a las hadas me den su protección. De no dármela, tomaré medidas . Pa estas cosas soy un frenesí de actuación.
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