Daba vueltas al asunto de moda, no especialmente ahora, pero sí hace unas cuantas temporadas, como es el supercalifragilístico Festival Eurovisión. Y llegaba a estos pensamientos míos que me traen de cráneo.
Conforme le doy vueltas, digo, se me pone la carne de gallina y los pelos de punta solo con suponer que de nuevo algún destalentado, y por consiguiente alguna destalentada, sea el que nos represente por 'ai', que está lejos, lejos, pero nada, a un tiro de piedra con enchufar la tele . Tocando al mar y a Eurasia, vamos.
La Euro es poderosa, eso no es ningún secreto para nadie. Y tiene enganche. En algún amplio sector causa zozobra política y paralización temporal de la actividad cotidiana. Es como un delirio. Tremendo.
Por ello, en cuanto remueven los aires de febrero-marzo, se desata el movimiento general de familias. De artistas, cantantes, autores, actores, funambulistas, imitadores y sobre todos ellos, planeando con peligro, los impostores. Los que impostan más que importan. Los que se sienten seguros y dueños de la escena porque internet tejió la red invisible, pero tupida y densa, viscosa, que los elevó a la altura de elegidos.
¡Ay, con el internet! ¡Atentos!
Claro que la razón también puede vencer contra la impostura, menos mal. Y así debemos estar agradecidos
al menos a dos circunstancias, por lo menos dos, que han salvado con éxito la jugada televisiva, pre-eurovisiva, a saber:
La impecable actitud de doñaigartiburu, -le sobran tablas- y la sorprendente "Algo Chiquititos", con Diges.
El Cobra p'a otra vez será. De momento, chitón los Impostores. En esta edición ¡que gane el mejor!
Querida tía: Tienes mucha razón en todo lo que dices. Yo no lo he seguido desde que salió el chikilicuatre, pues es una pena vernos representado de esta manera.
ResponderEliminarUn abrazo, jka