miércoles, 18 de noviembre de 2009

EL TAMIFLÚ (Relato)


No consigo espantar de mi mente la A.

Imposible quitármela de encima con la que se ha montado a su costa.

La A. Digo bien, y no la B, ni la Z . Lo mejor es ir poco a poco desde el principio, o séase por la que nos abre las puertas para todo: leer, escribir,

vacunarse, contagiarse y curarse. La A. ¡ A por ella, o é! Y luego que me reclamen. Ya se probarán si tienen bemoles los de Sanidad.

Pues nada. Que esta noche me agitaba entre sueños y le daba vueltas al temario, tan sencillo como "¿sí o no?". Una réplica del ser o no ser.

Hasta que se me ha encendido la bombilla con la solución positiva y allá he encaminado los pasos, con mi cita en el bolsillo, por si a última hora me arrepintiera, a que me dieran el 'tiramisú', más coloquial, dónde vas a poner. (Por extensión también se conoce el producto como 'tiramiflú' ó vacunaflú)
¡Bien por mi filiación, soy de riesgo! ("Usted es que es de riesgo, oiga, señora")

_¿Y a mí qué, qué me cuenta?
¡Toma castaña!, exclamo para mis adentros, pensando impresionar a la sanitaria, en caso de que insista erre que erre con el rigor del riesgo.

Quisiera mucho más ser mujer de rompe y rasga y armas tomar. A este estadio nunca he llegado. Pero nada, que con el pinchamiento de la A igual lo consigo, además de inmunizarme para posteriores males. Con lo que, mira lo que son las cosas, habré matado dos pájaros de un tiro. Principio básico de la economía.

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