martes, 8 de septiembre de 2009

NOCTURNO

En quietud se cerraron mis oídos
aun sin escuchar
ni el tintineo de la fuente eterna,
¡ay! agua endurecida y muda.
Y solas quedaron disueltas
las perlas salinas
en tu cara.
Se ahogó la voz
Se cercenó la plegaria, inaudita.
Mas cierta luminaria frágil
se instalaba sumisa
y alentó ardores de fragua tenaz.
Era amor. Eras tú, amor.


(del "cuaderno rojo", para un 29 de noviembre)

2 comentarios:

  1. pues sí, tienes toda la razón del mundo

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  2. Otra vez mi comentario a estas aguas más cristalinas, si cabe, después que corren, que han corrido lo suyo a lo alto y bajo de tus mejillas, es posar en silencio bajo tu perfil, y quedar ensimismado ante ese caudal de amor disuelto en tus lágrimas, oh amor, oh amor, oh AMOR.

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el patio de mi casa