viernes, 21 de agosto de 2009

DOS COLOSOS (Liberame Domine)

Y no hay más cera que la que arde.

Uno responde al nombre de End-esa, o sea el fin del mundo.

Y el otro se apellida como su padre, telefónicapuntocom.

A ambos rendiría pleitesía si no fuera porque han conseguido hacerme imposible la vida placentera que imaginaba disfrutar, allá por julio, cuando todo era sencillamente maraviglioso.

Pero es el caso bien distinto.
Mi paciencia se ha colocado al límite. Más aún al filo de lo imposible, igual que esos atrevidos que desafían montañas, riscos, peligros, árticos y antárticos al rebullón. Pero es que "esos" lo dan todo por la honra y la fama. Mi aguante es cosa distinta. Vale lo que vale en virtud de la factura que me mandan
"santatelefonica" y "santaendesa" te rogamus audinos
, De manera que ésta última es la que me saca de quicio pues ya ni figuro en la lista o, si figuro, como si no porque la triste verdad es que no me pasan facturas desde abril. Y por lo tanto, como queda demostrado por la premisa, no valgo mientras permanezca desfacturada.
Segundo y lamentable capítulo es el que ha protagonizado mi pobre ordenador, víctima de la versatilidad de Internet. Cebo fácil de los desastres de la Informática.
Entre wifi, router, módem, otra vez el wifi, otra vez el router arriba y abajo, y otra vez ¡hala, a ajustar la conexion! ha sido todo tal que una pesadilla. Y no me da la gana de mentar a los informáticos, "que entienden que te cagas", pero que en tres viajes con el cacharro a cuestas he cosechado tres sonoros fracasos por su culpa, por su culpa por su grandísima culpa. Hasta que cambié de informático y ¡vaya! ya parece que hemos /he regresado a la normalidad. Pido a las hadas me den su protección. De no dármela, tomaré medidas . Pa estas cosas soy un frenesí de actuación.

domingo, 16 de agosto de 2009

(al caboDiosnosguarde) AÑORANZAS

Del aroma resinoso de los pinos
De las mañanas de insoportable sed en el Castillo Palomar
Del velo y la mantilla
De las escaleras de los Despreciados
Del día más largo en la noche de San Juan
De una naranja sanguina contra la pared
Del tufillo delicioso de castañas asadas
Del turrón y el cocimiento
De las horasantas secas
Del hisopo mundabo lavabis me
De la calle Porvenir
De un belén con armazón y musgo
De la primera vez
Del segundo intento
De las frescas
Del Aspro
De la cartera de cuero
Del balansé
De la casa sin jardín
Del jardín sin casa
De la misa la mitad
De nuestro querido profesor
De la rata de los espejos
Del altísimo
De la estación de Caminreal
Del viaje a Marienstrasse, Bochum
De la sopa cana
Del pan con nata al amanecer
De la comedia del Tartufo
Del primer Sanfermín
De la burra de Labiano
Del escándalo de unas elecciones
De la ausencia y la llegada
Del suspenso inesperado
De la tienda con el almacén
Del frisel de Almonacid
De la lista
Del Holocausto
De la niña de mis ojos
De los ojos de mis niños
De una tarde florida de mayo
Del chasco de los Reyes Magos
De la última boda inasistida
Del postrero desfile sin modelo
De las alegres comadres
De los tristes compadres
De la causa nostra laetitia
Del despertar
De la bella Easo
Del callejón de los milagros
De la riada del noventainueve
De Henry Purcell
De la pesadilla de mi vida
Del "Miguel Servet" para chicas
De las cuentas
De otros cuentos
De las madres de Mayo
Del libro de firmas
De la camisa de once varas
De su traje azul sin rayas
De la NADA. Del TODO

sábado, 8 de agosto de 2009

Sombras de sospecha. Relato

No hay nada oscuro, ni siquiera en la intención. La alusión a las tinieblas se ciñe al recentísimo vuelo en avión, hace pocas fechas, con los pies derretidos de cansancio y la cabeza y el espíritu a caballo entre Londres y el espacio aéreo.
El azar me colocó en el asiento de emergencia. El azar vestido de azafata, naturalmnte. Por lo que
mi radio de visión se estrellaba una y otra vez contra la infernal ala . No pude saber si era el mar lo que quedaba abajo o si era la tierra desolada.
Movía el cuello a derecha e izquierda. Pero siempre con idéntico resultado: ala y más ala. La perdición. Ni cabecear fue posible a causa de la impertinente coleguilla que me tocó en suerte a mi lado, ¡oscuro!
Era el lado bueno, de momento al derecho, el que mostraba resplandores del sol poniente. Y luz a raudales.
El siniestro, abrumado de nubes densas solo ofrecía oscuridad . De nuevo mi lado frío ¡oscuro!
Sin previo aviso surgió la maravilla. Al principio tímida. Poco a poco creciente. Hasta estallar majestuosa, única en su sitial de honor, la precisa luna llena de un cinco de agosto.

No sé qué tiene este cinco, que mirarlo me enamora.













Mi digital es testigo y en cuanto se serene el ánimo , regresaré nel autocare de miramare a colgar las fotos sospechosas. (Cosi fan tutte).
También en breve volveré a las andadas, voladas.